Juan “Cogedor sin Ley” se reinventa

El día que hui del pueblo ayudado por  Samantha vine a dar a los Estados Unidos, anduve vagando en varios condados, siempre mendigando para comer ya que por la rodilla mala tenía que recuperarme,  así estuve por espacio de 6 meses hasta que me establecí en Austin allá en Texas. Un día entré a un restaurant a solicitar trabajo, ayudé a lavar platos por unas piezas de pan y una soda y me quedé con el puesto.

Poco a poco fui aprendiendo el oficio y escalando  posiciones en el trabajo y también en la confianza de Arturo mi jefe.

Arturo era un mexico-americano como de 52 años, amable, trabajador y con muchas ganas de triunfar, y si que iba por muy buen camino. Al cabo de 1 año yo ya era encargado del restaurant y mi jefe se ocupaba de administrar los otros 3 negocios que ya tenía.

Tengo que resaltar que yo era un chingón como encargado y en general para los negocios… siendo sinceros   la ayuda de la esposa de Arturo fue lo que me sacó adelante,  era mi supervisora.

Mary era rubia de ojos azules como el cielo, 38 años, con un perfecto español mexicano, senos, cintura  y caderas de ensueño. En mis ratos de ocio le platicaba de mi vida en el pueblo, más o menos le dije mis “verdades” del porque salí huyendo, eso sí lo caliente que yo era nunca se lo omití, en el fondo me la imaginaba desnuda en mi cama.

Pasaron 2 meses y Mary estaba de tiempo completo en el restaurant ayudándome, era una gran persona conmigo aunque un poco dura en su trato, yo aprendía muy rápido pero aún así desconocía cosas del negocio.

– Aplícate Juan que hay que sacar la cuenta.

– Otra vez no hiciste completas las compras de la semana.

– Bueno  por qué chingao andas tan distraído?

– Si no pueden los meseros ayúdalos cabrón!

Y  la que más me pegó e hizo que cambiara mi vida, un día que nos asaltaron y entregué la cuenta del día…

– Para todo la cagas Juan, te estás apendejando, o te pones listo o te comen el mandado, pinches errores contigo… Eres un pendejo como todos los de tu raza. REINVENTATE CHINGAO!!

Me lo dijo botándome mi pago semanal en la cara… me ardió hasta el culo!

Para ese entonces yo ya tenía mis quereres con ella, y esa noche del incidente le puse una cogida que nunca olvidaría. También tengo que destacar que Mary no mezclaba la “amistad” con el negocio, delante de todos era la esposa del dueño, tan imponente ella.

Así seguimos un tiempo, cogiendo a diario y regañándome todos los días, su pasión en la cama era casi tan perfecta como su dureza en el trabajo, era tan caliente como yo y dábamos rienda suelta a esos deseos, sus regaños me los pagaba en la cama, en la camioneta, en las mesas del restaurant, en el motel, en la cocina, en su casa, en las escaleras, en todas partes y siempre de madrugada para no despertar sospechas.

Dicen que del buen sexo nace el amor y alguien de los dos se tenía que enamorar: Mary me lo confesó un día que al revisar mi pago vi que era mucho más de lo que yo ganaba.

– Esa será tu paga ahora, ve ahorrando por si tenemos que irnos algún día.

Solo asentí con la cabeza, esos no eran mis planes y poco tiempo después todo se fue a la mierda, de eso gran culpa la tuvo Michelle, una mesera recién contratada, mexicana de 18 años, mi recuerdo de Samantha renació con esa mujer.

Aún tengo presente el día que nos encontró Mary en plena faena. Michelle acostada en la mesa del almacén, la falda del uniforme enrollada en la cintura, los senos por fuera de la blusa,  las piernas levantadas y recargadas en mi pecho,  yo penetrándola salvajemente y ella gritando, digna escena para un punto de quiebre.

Mary se me fue encima a golpes y a Michelle la corrió. Dicen que no hay nada más peligroso en el mundo que una mujer despechada, Mary me pateaba y golpeaba… ah y no hay nada que me encabrone más que me golpeen el rostro. A la segunda cachetada que me dio le solté un golpe entre ceja, oreja y jefa… Mary cayó al piso llena de sangre.

– Por qué si yo te amaba?

Me reclamó, yo solo callaba, enfurecido y sin saber que hacer.

– Me cambiaste por una vieja que nunca te dará el dinero que yo.

– Yo te hice, yo te saqué de la pobreza, yo te di de comer, estaba dispuesta a dejar a mi familia por ti.

– Eres un poco hombre, por qué me hiciste esto?

Mirándola a los ojos recordé aquella vez que me botó el dinero, que me humilló…

– y tú  me humillaste lo recuerdas? Pues seguí tu consejo y me reinventé… vieja pendeja!

Y  salí de aquel restaurant  para nunca más regresar. Así fue como Juan “Cogedor sin Ley” aprendió a nunca más dejarse pisotear.

Acerca de soyelpepe

http://yanoveogentemuerta.blogspot.com/

4 Respuestas a “Juan “Cogedor sin Ley” se reinventa

  1. Rafa Gallegos

    que pedo don pepe, no te conocía esta faceta jaja

  2. itzis

    Toda fantasia de un inmigrante

  3. Imagino que eso de las cogidas, los senos, las faldas y los golpes bien dados es todo metafórico, como sea, esta manera de escribir me fascina, arriba Juan Cogedor sin Ley!!
    A mí me han pasado cosas parecidas (sin sexo sabroso, acrobático, promiscuo) en donde, a partir de un gesto, un tono o hasta un silencio me agarro para cambiar mi manera de ser con una persona y pues no me arrepiento, pero siendo honestos: nunca es solamente por eso, siempre hay otros intereses en juego.

  4. «Dicen que del buen sexo nace el amor y alguien de los dos se tenía que enamorar»

    Me quedo con esa frase que es tan cierta.

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